Mensajes para el Corazón

Menpalcor viene de MENsajes PAra eL CORazón, esa gran obra que me permitió crear un puente entre los corazones. Hoy en día el blog se ha convertido en un torrente de pensamientos diversos: bienvenido a raftear!!

18 julio 2009

Creciendo con los niños

Ayer fue un día lleno de emociones y momentos mágicos vividos gracias al ímpetu y al cariño en su estado más puro de mis hijas.
En la mañana, tal cual como ahora, estaba calentando el asiento de mi cama postrado en su respaldo, inmerso en los espacios de la internet, cuando se asoma Roser, de 11 años, por la puerta, y entre una mezcla de timidez y de tiritón por el frio tempranero, me pide que le deje entrar en mi cama. Con un gesto amable levanto el cobertor a mi izquierda y la invito a que se meta. Ella queda inmovil y me dice que no, que quiere mi lugar. Le pregunto extrañado, y me contesta: es que papá, tu lugar está más calentito...
Regaloneamos y más tarde nos fuimos a patinar sobre hielo con sus primos y su hermana Rocio de 13 años. Siempre se han llevado bien, aunque a veces ese sentimiento tropieza con peleas, causadas por los roces típicos de quienes están muy cerca una de la otra porque se quieren. Claro que en esas intervenciones Rocio es la mayor, la fuerte, y quien termina imponiendo su autoridad y jerarquia, terminando Roser con lágrimas en los ojos y gemidos de impotencia.
No obstante la postal de esa tarde fue muy distinta, Roser, quien había propuesto la salida, pues ya había patinado dos veces antes y quería que lo disfrutaramos todos, era quien la llevaba, deslizándose cual pajaro en en aire. Su hermanita mayor, "hermanita" porque en ese momento estaba impedida, aferrada a la baranda del perímetro y preocupada de no caerse, se olvidó de su jerarquia de hermana y se tomó de ella para atravesar el mar helado que la separaba de la orilla opuesta, dejándose llevar por la bondad y confianza de su hermana que le prestaba una mano de hermana. Imagen emotivisima!!! y que les regalo.

Más tarde hubo tiempo para otra reflexión. Rocio, quien durante la primera mitad del patinaje, soportando mi clases aceleradas, estaba de un humor pésimo, tan sólo quería irse. ¡Qué aburrido era estar ahí! Yo le corregía y le corregía y ella se taimaba y taimaba. Cuando al final, gracias a mi teoría y a la práctica con su hermana, pudo patinar, le cambió el rostro y me dijo: Papá, que divertido es ésto, me gusta, lo estoy disfrutando ahora.

Y con ello me dejo una gran enseñanza: que sólo se disfruta lo que se conoce, y que para conocerlo hace falta soltarse los miedos y confiar un poco en los demás.