Desnudando el alma al chat (otro Santiago en 100 palabras)
Nos conocimos a través de cables de comunicaciones y sensaciones de fibra óptica. Ella entró a mi vida invadiendo todos los rincones de mi habitación, permitiéndome expandir mis sentimientos en dimensiones jamás imaginadas. Ya era suyo y ni siquiera me había tocado. Decidimos ser testigos de tan maravilloso hechizo. Solo que sus gestos y los míos no estuvieron a la altura de las nubes que dibujaron nuestros corazones. Nos despedimos con un adiós sin puntos suspensivos. Y es que en la ciudad, el aura de los misterios es mejor guardarlos al alba, que desnudarlos al sol que los desvanece.
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