Mensajes para el Corazón

Menpalcor viene de MENsajes PAra eL CORazón, esa gran obra que me permitió crear un puente entre los corazones. Hoy en día el blog se ha convertido en un torrente de pensamientos diversos: bienvenido a raftear!!

09 septiembre 2007

Desnudando el alma al chat (otro Santiago en 100 palabras)




Nos conocimos a través de cables de comunicaciones y sensaciones de fibra óptica. Ella entró a mi vida invadiendo todos los rincones de mi habitación, permitiéndome expandir mis sentimientos en dimensiones jamás imaginadas. Ya era suyo y ni siquiera me había tocado. Decidimos ser testigos de tan maravilloso hechizo. Solo que sus gestos y los míos no estuvieron a la altura de las nubes que dibujaron nuestros corazones. Nos despedimos con un adiós sin puntos suspensivos. Y es que en la ciudad, el aura de los misterios es mejor guardarlos al alba, que desnudarlos al sol que los desvanece.

Principes y princesas en el metro (otro Santiago en 100 palabras)


Del Bibliometro al andén, mi novela contra el pecho, queriéndome contar un sueño suspirado de princesa. Se abren las puertas y aparece un príncipe de rubia cabellera, mochila por alforjas. El pueblo embravecido me arroja a él. Me embriago con el aliento de sus batallas, me inclino ante su mirada pérdida en las luminarias, me entrego ante el gesto caballeresco de su brazo afirmando la lanza de acero… quedo aturdida. Al despertar siento el frío de su ausencia. Sin entender, me siento y abro rauda el último capítulo del libro, tratando de saber cual fue el final de mi ilusión.

Las entrañas de la ciudad (homenaje postumo al transsantiago en cuento de 100 palabras)


El estomago de la ciudad digiere con ansiedad andares atropellados. En su carrera indómita desafían rostros que anhelan la libertad, impregnándolos con roces esquivos. Van cayendo a la puerta de sus entrañas, que los va devorando, tejiendo formas que huyen y se encuentran, prisioneras del azar. Se ensordece el aire con sombras de metal. Los intestinos se ajetrean y finalmente vomitan seres que llegan a su ocaso. En la noche la ciudad de nuevo dormirá, y la lluvia limpiará su piel vistiéndola de espejos de neón.