La Perseverancia

A este nadador le preguntó el periodista, mientras bajaba los peldaños del pedestal, con su medalla de oro olímpica colgando del pecho, después de haber ganado la final de los 1.000 metros mariposa - ¿y cómo consiguió la gesta de ganar esta carrera siendo un completo desconocido?-. Mire, todo empezó hace algo más de dos años, cuando me di cuenta cuasualmente que al nadar siempre aparecía delante de mi una pequeña ola. Entonces me propuse alcanzarla para dejarla atrás. Me esforcé, traté de nadar más fuerte día a día, pero nunca lo conseguí. Un entrenador me vio y me propuso presentarme a las Olimpiadas, el resto de la historia ya la conoce...
Bello, verdad? y volviendo al tema, ¡no se han dado cuenta también que la olas son por naturaleza perseverantes. Siempre llegan a la playa, y aún devolviéndose vacias, vuelven otra vez. Tanto es así que a fuerza de esa pequeña fuerza que se va repitiendo una y otra vez de forma incesante, van desgastando los muelles en las playas, por ello que a estos les colocan tremendas rocas para apaciguar los ánimos de las primeras. Y de veras que lo consiguen.
Las rocas, también son perseverantes, ahí impávidas, haga frio o haga sol, siempre en su lugar. Por ello que los grandes pensadores de la antiguedad ejercian su profesión encima de una gran roca, huespedes de la paciencia de la naturaleza, para descubrir la sabiduría del mundo.
Tanto así, que una vez un sabio, postrado en una gran roca en frente del mar, descubrió que la tierra era redonda. Aquel día un hombre salió nadando mar adentro, y nadó y nadó, hasta que éste, y una ola que se formaba delante de él, desaparecieron en el horizonte...