Para Las Mamás y los Papás
Este es uno de los nuevos capítulos que introduje en esta segunda obra. Me dí cuenta que habían muchos pensamientos sobre el tema, y que a la vez, en nuestro entorno más cercano que es la familia, tenemos más oportunidades para usar el corazón.
El pensamiento que tomé critica/denuncia la indiferencia con la que en ocasiones tratamos a nuestros pequeños, siendo que de éstos podemos aprender más sobre la pureza de los sentimientos. Para que a partir de entonces, les demos la atención que merecen y despertemos también al niño que duerme en nosotros.
¿Cuánto vale tu tiempo?
- ¿Papi cuanto ganas por hora? -con voz tímida y ojos de admiración un pequeño recibía a su padre al término de su trabajo.
El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso:
- Mira hijo; esa información ni tu madre la sabe, no me molestes que estoy cansado
- Pero papi, -insistía- dime por favor ¿Cuánto ganas por hora?
La reacción del padre fue menos severa, sólo contestó:
- $10 la hora.
- Papi ¿me podrías prestar $ 5? preguntó el pequeño.
El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al pequeño le dijo: - Así que era esa la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no molestes, muchacho aprovechado.
Había caído la noche. El padre, había meditado lo sucedido y se sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo.
En fin, queriendo descargar su conciencia dolida se asomó al cuarto de su hijo.
- ¿Duermes hijo? -preguntó el padre.
- Dime papi - contestó entre sueños.
- Aquí tienes el dinero que pediste - respondió el padre.
- Gracias papi - contestó el pequeño y metiendo su manita bajo la almohada sacó billetes - Ahora ya completé papi... tengo $ 10.-
¿Me podrías vender una hora de tu tiempo? -preguntó el pequeño.